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"Los hoteles se abren a la ciudad"

Ya salió el primer número de lo m+s Barcelona. Un proyecto que llega con muchas ganas y mucha ilusión. No solo por crecer (es una edición con más páginas, y editada en castellano e inglés), sino porque con esta triada de ediciones, ya estamos presentes en toda la costa de Barcelona.
Una primera nota de Cultura Urbana, donde escribo de las terrazas de los hoteles de la ciudad. En este caso, grandes hoteles que abren sus terrazas al público en general, como una rama más de los servicios que ofrecen, y pensando también el en público local y demás turistas como posibles clientes.
Una nota que fue muy agradable de producir, ya que estuve "de turista" en Barcelona, recorriendo y paseando por las terrazas.


Terrazas de lujo
Los hoteles se abren a la ciudad


Vistas espectaculares del skyline barceloní, el panorama urbano que dibuja la costa, rincones que incitan a la intimidad o la perspectiva de edificios únicos: algunos atractivos que locales y visitantes no están dispuestos a perderse.
A Barcelona le costó un tiempo considerable abrir (y que se acepten) los grandes hoteles al público en general.
Lo que en otras ciudades es habitual, en la Ciudad Condal no terminaba de cuajar y se resistía a vivirlo.

De a poco, esta tendencia se está revirtiendo. Los pioneros fueron los restaurantes, o mejor dicho, la asociación del restaurante del hotel con un gran cocinero, que comenzó a gestar el poder disfrutar de los hoteles tanto por turistas como por sus ciudadanos, y no solo por los huéspedes.
Desde hace un par de años, las terrazas de los hoteles son cada vez más visitadas y aceptadas. No solo no es extraño que se las visite, sino que se están poniendo de moda.
Quizás la cultura hedonista de una generación que crecida en libertad y tranquilidad económica, y que le permitió  probar y descubrir nuevos placeres, es la que hoy elige disfrutar de una experiencia completa y no solo de "salir a tomar una copa".
Quizás influya el proceso de sacralización urbana de compartir un momento con amigos, cuyo máximo reflejo es la cultura de gin&tonic que está pidiendo permiso para instalarse definitivamente en la sociedad: público mayor de 30 años, que dedican mínimo media hora a su copa, que buscan un consumo de calidad,  curiosos, exigentes y dispuesto a pagarlo.

Las posibilidades que ofrece Barcelona son dignas de ser vividas. Desde la altura de la terraza del Hotel Condes, se puede ver Paseo de Gracia mientras se disfruta de una tarde de verano. Pero también, se consiguen disfrutar de unas vistas de la Sagrada Familia o de La Pedrera únicas. Claro que las posibilidades no terminan aquí: una terapia con peces (para un spa de pies), o una cata de champagne son actividades que se pueden encontrar aquí.
También sobre Paseo de Gracia, el modernismo se fusiona con el chill out y el glamour. La terraza Blue View by Bombay Sapphire invita a escaparse del calor y vivir la belleza modernista de la terraza panorámica del Hotel Casa Fuster, un hotel Monumento de Gran Lujo y sin duda, uno de los edificios más emblemáticos del Paseo de Gracia.

Un poco más retirado del centro turístico, la Terraza del Clarís ofrece un lugar para descansar, comer o realizar un afterwork en toda regla. También dispone del East Garden, un restaurante acristalado para 24 comensales. Y desde la alturas de Barcelona, ofrecen durante Julio actuaciones de Jazz & Bossa Nova en directo de lunes a sábado (a partir de las 23h).
De nuevo en Paseo de Gracia, si se busca un rincón más tranquilo e íntimo, rélax o despejarse de los ruidos de Barcelona, el lugar por definición es el Jardín Mimosa en el hotel Mandarín. Un "jardín secreto" de 660 metros cuadrados diseñado para disfrutar en plena Ciudad Condal, a la sombra de los árboles autóctonos y con la posibilidad de saborear todo el día los platos propuestos por Jean Luc Figueres.
Ya en la línea de costa, de cara al Meditérrano, se impone el hotel W Barcelona. Y a sus pies, casi sobre el mar, encontramos la terraza Wet. Un rincón paradisíaco con unas vistas imponentes,  donde cabañas y tumbonas al lado de la piscina se fusionan con la brisa marina, cocktails de autor y trendsetters locales. Todo un lujo para dar libertad a la faceta más sensual.
Las terrazas de los grandes hoteles abren sus puertas, y tanto turistas como habitantes de Barcelona los han adoptado como patrimonio del costado más hedonista que ofrece la Ciudad Condal.


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